13/12/09

Hacia una Democracia Televisiva: El caso del canal 22


La Democracia es un término al que jamás cesaremos de eludir, está presente en todos y cada uno de los discursos de los personajes mediáticos y políticos. Sí, es esa palabra que por más surrealista que parezca nos ayuda a masticar la idea de un mundo posible al que podemos aspirar (y de momento sólo vemos en las tramas de Disney), y sin embargo, en México sólo existe en las teorías constitucionales.

La Democracia es la palabra preferida de todo aquél quien pretende convencer a una masa de gente de que sus propuestas suenan a verdad (verdad, otra palabra cuestionable). Democracia-por-aquí-democracia-por-allá-democracia-en-todos-lados. También es la palabra con que decido comenzar este artículo por la simple razón de que en el caso de la pluralidad de los medios televisivos, la democracia, simple y llanamente, brilla por su ausencia.

Y es que la Ley Federal de Radio y Televisión en México, el único intento por mediar entre los intereses de los medios existentes en el país y “garantizar” un ejercicio equitativo de sus contenidos con un sustento legal, a lo largo de su existencia no ha podido más que privilegiar la condición de dos de los medios nacionales, subordinando a los otros a un papel de verdugos, y siendo los medios públicos a quienes les toca “bailar con la más fea” al momento de retratar la situación de esta legislación.

Entre el mare magnum de medios públicos, Canal 22 ha sido acaso el único que ha podido entrar al juego de comercializar espacios para poder garantizar su sobrevivencia, pero como en toda historia predestinada a un “colorín, colorado”...

Érase una vez una Ley Federal de Radio y Televisión, surgida en el año de 1960, como resultado del crecimiento de la actividad de estos medios y su replanteamiento como servicio de interés público en el país, apenas unas décadas atrás, era un experimento que distaba de consolidarse, pero su fortalecimiento y la competencia entre medios llevó a la legislación mexicana a cuestionarse la manera en que habría de regular esta actividad.

Sin embargo, a diferencia de otros países como el caso de la BBC en Inglaterra, que dio paso a fortalecer la autonomía de medios públicos que se identificaban con la sociedad muy por encima de privilegiar los intereses comerciales de instituciones privadas y gubernamentales. En México, sucedió lo contrario, debido a la tardanza en el surgimiento de los medios públicos, los cuales aparecen cuando la actividad mediática ya había caído en manos de grupos que abarcaban un amplio porcentaje de concesiones (Televisa y TV Azteca son propietarios del 86 por ciento del total de concesiones a medios en el país) y a su vez limitaban la inclusión de empresas permisionadas anteponiendo así la comercialización de los espacios sobre los fines sociales.

La tardía inclusión de los medios públicos en nuestro país, y las trabas legislativas que se le han impuesto a los que con el tiempo han surgido para debilitar su función y frenar su influencia en la población, nos llevan a una realidad donde hablar de lo “público” es enfrentarnos a una realidad reducida al bajo nivel de legitimidad en la audiencia, presiones burocráticas y poco alcance geográfico de cobertura.

De esta manera, se erradica la función social de los medios y predomina la superficialidad de la información siempre a la orden de fuerzas políticas y empresariales que influyen directa o indirectamente en sus políticas de transmisión. Las diferencias se hacen más evidentes en la industria de la Televisión, pues siguiendo este concepto, (1) Javier Esteinou, señala que “la televisión sigue funcionando como cerebro colectivo divorciado de las necesidades del cuerpo social”, porque mientras vivimos cotidianamente una profunda crisis socioeconómica, la televisión nos orienta a pensar en el triple eje cultural del consumo, y sólo ocasionalmente nos conduce a reflexionar y sentir los problemas centrales de nuestra sociedad.

Así mismo, más que hablar sobre los inconvenientes y desventajas de los medios concesionados frente a los permisionados, podemos ejemplificar el caso de una de las empresas que ha sobrevivido con dignidad a estos embates discriminatorios. Nos referimos al Canal 22, quien con un contenido meramente cultural rema contra corriente valiéndose de herramientas que lo mantienen a flote. Sus fortalezas consisten en haber conseguido un modelo mixto que le permite ser un medio público pero administrado de una manera diferente, esto con financiamiento publicitario además del apoyo del Estado.

En su manual de estrategias comerciales (2), el canal 22 estipula que este modelo garantiza una representación no comercial de su programación, pero a la par le es permitido un financiamiento por medio de la obtención de ingresos propios para competir en un mercado de calidad y audiencias.

En el mismo informe, se señala que la Administración del canal ha generado desde su fundación (1993) hasta diciembre de 2008, un ingreso de 46.84% agregado al que Canal 22 ha recibido por medio de recursos del Estado. En cifras más cuantificables, en sus primeros 15 años de vida, obtuvo ingresos fiscales por 2.26 millones de pesos y, a través de la comercialización sus ingresos se incrementaron en casi 1 millón de pesos.

No obstante, pese a las cifras alentadoras de los ingresos de Canal 22, aún se puede presentar el caso de desventaja frente a los grupos 100% privados como Televisa y TV Azteca, ya que la Ley Federal de Radio y Televisión está diseñada para defender sus intereses (no por nada se ha ganado el mote de “Ley Televisa”)

Y aunque hay una excepción con el canal 22 (no siempre aplicable) éste está propenso a depender del liderazgo del duopolio antes mencionado y la presión ejercida por ellos en señal de represión y bloqueo en los servicios de cable y alta definición (servicios también controlados por ellos) cuando no parece ser rentable o cuando se opone a sus intereses.

Esta ley así como sus complementaria (Ley Federal de Telecomunicaciones…) al estar diseñadas para dos empresas en particular por los entramados políticos y la situación de fondo que hay detrás, ponen en peligro la libertad de expresión y democracia del país. Autores como Sánchez Ruíz sugieren que “mientras menos concentrado se encuentre el control de los recursos de poder en una sociedad, más posibilidades de participación democrática habrá” (3)

1 Esteinou Madrid, Javier: “Hacia otro modelo de televisión: el caso mexicano del canal 22”.
2 Manual de estrategias comerciales del canal 22. Primera edición, 2009.
3 Sánchez Ruiz, Enrique. “Comunicación y Democracia” en Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática, IFE, 2004.



Por su parte, dichas incongruencias con el plano de democracia y prohibición de los monopolios que la Carta Magna establece, difieren con la práctica de estas leyes, ahora se habla de una Ley Televisa que viola ambos preceptos constitucionales. Miguel Lara (4) comenta que “si, por ejemplo el agente A (Televisa) tiene un poder desmedido sobre el agente B (sociedad, partidos políticos, candidatos) podríamos estar hablando de una relación jerárquica y dictatorial, en cambio si la relación de A y B se da a través de una igualdad de condiciones y del diálogo estamos ya frente a una democracia. La Ley Televisa favorece claramente lo primero”.

El duopolio televisivo actualmente es el propietario del 86% de las concesiones aprobadas, (5) Raúl Trejo, apela por que tanto la población como los medios que padecen la reforma a la Ley de Radio y Televisión deben unir esfuerzos para impedir que el poder político recaiga en dos medios que atentan contra la autoridad del Estado y la ilegalidad que nos da muestra de la impunidad con la que actúan.

Estando conciente de lo anterior, Sergio Volpi, en una entrevista publicada por la revista “emeequis”, admite que el canal 22 tiene retos todavía para aspirar desde su lucha a “un medio de servicio público que aspire a ser sólido y competitivo en igualdad de circunstancias con la tele comercial”(6) y parte de ello es acelerar su conversión a la digitalización, y comparte que “la apuesta es por la modernización tecnológica. Este año llegaremos a un avance de 84 por ciento del proceso y en 2010 seremos la primera televisión pública de México 100 por ciento digitalizada. Esa es nuestra prioridad absoluta”.

Es evidente que Canal 22 pese a su modelo mixto de comunicación es sensible a los privilegios de los medios dominantes, pero ha podido afrontar la situación con medidas inteligentes para subsistir, como su legislación mixta y el permiso para comercializar espacios, por ejemplo. No sorprenda entonces que el canal nos dé sorpresas para el futuro en materia de digitalización, ventaja redituable si tomamos en cuenta que La Ley de Radio y Televisión sigue rigiéndose con normas y leyes que poco varían a las instadas en 1960, en ese sentido la digitalización es una alternativa para todo medio público que se aferra a existir…

Sólo hasta entonces se estará escribiendo un capítulo más en la historia de la telecomunicación mexicana, y el tiempo nos dirá con certeza y precisión, si las sendas digitales nos orientarán a perseguir una historia regida por la pluralidad y la competencia mediática en igualdad de condiciones, o si hasta ese espacio que recién comienza a explorarse podrá ser controlado por esos dos entes que existen hasta en la forma de la sopa y cuyos nombres, como novela del Quijote, no queremos recordar...



4 Lara, Miguel: “Ley de Radio y Televisión: Monopolio contra la libertad de expresión y democracia” (Revista Razón y Palabra, N. 57, 2009)
5 Trejo Delarbre, Raúl: “Mediocracia sin mediaciones”
6 Vega, Patricia: “Tecnología digital, la nueva apuesta de canal 22” (Revista emeequis, Abril de 2009)

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